3.2.15

De mi cama fui a parar directo a la tuya. 
Hacía frío en mi habitación. Llegué en segundos, ya no sé cómo fue, al roce de la punta de tus dedos en mi pelo y en mi espalda.
Cierro los ojos, necesito atrapar ese calor, conservarlo para siempre en el pecho. Van a haber tiempos peores. Cuando termine el otoño va a llegar el invierno, siempre, una y otra vez. 
Y yo voy a necesitar el recuerdo de ese fuego en el alma para sobrevivir de nuevo. 
Para sobrevivirme.
El tren pasa pueblos, pareciera que nunca voy a llegar al final y que no me importara. Nadie me espera en mi estación, ya no, ya nadie me espera. Pero quizás te encuentre a vos por el barrio algún día de estos.
Tal vez seguís yendo al parque a leer esos cuentos de Cortázar que tanto te atrapaban. 
Tal vez me estás buscando, tal vez estás pensando en mí mientras yo viajo en tren y pienso en vos.
Ojalá el tiempo pudiera detenerse cuando te quedás dormido abrazado a mí y siento tu latir en mi espalda. Ojalá fuera eterno. Ojalá fuéramos eternos o fuéramos algo al menos, ser cualquier cosa, no soy nada y vos tampoco. 
Quisiera poder decirte más de lo que puedo llegar a pensar. Mi mente no alcanza a procesar todos tus deslices, todos tus defectos, todo lo lindo que podés llegar a ser cuando te despertás.
Una vez más me voy. Quizás esta vuelta, no en tren. Una vez más me voy, tranquila. 
Porque sé que una vez más, voy a volver.