23.2.15

Sincericidio pre final.


Se acerca un nuevo final en mi vida y yo intento prepararme para dejar ir, con todo lo que eso implica, me cuesta muchísimo. No sé por qué. Una vez me dijo una de mis psicólogas que yo no menstruaba porque había perdido muchas cosas y quería conservar todo en mí. Ja! No menstruaba porque pesaba 46 kilos, pero quizás llegué hasta ahí por no poder dejar ir a mi niñez. Supongo que quería que me cuiden. No sé. Ya no me acuerdo.
Esperé que me cuides y tampoco pasó. Calculo que ya es hora de darme cuenta de que tengo veinte y de que nadie va a cuidarme. Después de todo me pregunto, ¿realmente es tan grave? Fue hermoso, sí. Pero, ¿es tan grave perder esto? Voy a encontrar cosas mejores, digo, seguramente lo merezca. Quizás, ya no sé, vos me ponés en duda de todo lo que merezco o no merezco. La vida a veces me hace tocar las puertas del cielo y después me mete un cachetazo. A veces, muy seguido, cada vez más seguido. 
Que quede claro: yo no quería esto. Yo lo imaginé diferente. Pero es así y no puedo hacer nada ya. 
Quedará a tu libre interpretación, la mía y la de los que me rodean el si dí todo lo que podía dar o no. Pero eso ya no importa, a esta altura del doparti.
Que quede claro también: esto ya no es por vos. Esto es por mí. Se trata de mi reacción ante el final, no del final en sí. Mi vida estuvo repleta de finales. Y los superé todos. Se que voy a volver a hacerlo, sólo que ahora estoy un poco más agotada. Me cansa pasarla mal. Creo que merezco pasarla bien (o tal vez no, volvemos a lo mismo). Sí sé que soy la mejor persona que puedo. No soy una gran mina. Pero tampoco soy una mierda. 
Y cuando me queda el vacío post-final, sí, lloro un poco. Pero al ratito me acuerdo de que tengo amigos que me dicen que me quieren y que me lo demuestran en gestos, en abrazos, en consejos. Me acuerdo de que tengo una familia hermosa que admiro más que a nada, de que tengo mi carrera esperándome para seguir exprimiéndola. Me acuerdo de que tengo un barrio hermoso, un equipo al que alentar, un camino que seguir. Básicamente, me acuerdo de que me tengo a mí.
Y vos fuiste sólo un condimento pasajero, como un plus, que fue tan lindo. Pero que fue, al final.
Lo mando de frente manteca, no lo pienso releer, no quiero llorar.