7.3.15

Amor se llama el juego.

Cuando te fuiste dormí tres días seguidos.
Me desperté un lunes, lista para emborracharme. Y me emborraché todos los días que le siguieron, hasta hoy, que todavía estoy sobria, no sé si por mucho.
Los escapes, ¿no? Las formas de irse, de no pensar, de no pensarte.
De todas formas te busco en todo lo que hago y sé que eso no está bien. Sé que me hace mal, pero no puedo evitarlo. Estoy rota. Me siento rota y no sé cómo arreglarme (y cada vez peor y cada vez más rotos...) Sólo se me ocurre que se me curaría el corazón si me quisieras, si pensaras en mí, si volvieras.
Pero nunca me quisiste, no pensás en mí y no vas a volver. 
¿Qué me queda más que la aceptación?


Mal y tarde estoy cumpliendo la palabra que te dí
cuando juré escribirte una canción.
No soy yo, ni tú, ni nadie, son los dedos miserables
que le dan cuerda a mi reloj.