4.3.15

Sincericidio post-final.


Hoy dejo de lado a mi yo-pendejaracional para decir que, aunque no sea físicamente posible, me duele el alma. Me duele el pecho, la cabeza, despertarme sin vos. Me contengo una y mil veces para no llorar. No quiero que mis viejos me vean con los ojos hinchados y violetas, no lo merecen. Intento mantenerme en movimiento por mis amigos, por mi hermano, por mí misma. La lucho. La peleo. Le doy batalla. Pero siento como si me costara más a cada segundo, la cama me succiona. 
No, no puedo evitar llorar. Siento un vacío que me llena hasta el desgarro, siento un hueco en el centro de mí.
Te extraño un poco más de lo que puedo. Siempre te di un poco más de lo que podía, y aún a posteriori me encargo de que así sea. Y aunque me hayas tratado mal, sigo sosteniendo que te merecías eso y más. Te merecías lo mejor de mí. Eso es lo que intenté darte. Eso iba a darte hasta el último minuto. 
Supongo que estas cosas no pasan porque sí, que son experiencia y aprendizaje. Ya pasé por esto otras veces. Sé que el corazón se reconstruye. Sé que voy a sonreír. Son certezas, lo sé, sé que va a ser así, pongo la firma. 
Hoy me duele tanto este dolor. Pero de él vendrá un nuevo amanecer.
Esta vez sí, lo releo, lo corrijo. Lloro y me la banco. Lo mejor está por venir.