Algún que otro ángel
que va y viene y sobrevuela mi ciudad.
Y, lo repito, me convenzo:
juguetea con sus alas así como así.
No es que sea inconsciente.
Sólo es un distraído, un loco lindo.
Vuelve a ir y vuelve a volver.
Siempre vuelve, como el verano,
que en algún momento vuelve,
de la nada, para llenarte un poco el alma.
Él vuelve y me devuelve la risa,
el canto, los besos, las caricias.
Todo lo lindo que soy
lo hace él.
Porque ese, ese que ves allá,
que se está riendo, con un vaso en la mano,
ese que habla tan despreocupado con alguno,
que se mezcla entre los demás
fingiendo ser como ellos
(sabe que no pertenece, que es distinto),
ese que ves allá, que cada tanto me mira de reojo
para ver en qué ando,
que me entiende con una sonrisa,
ese que ves allá, el que me hace vibrar.
Ese, el de las alas,
ese es mi autor.
