4.8.13

4 de agosto.

Pensando en vos siempre, siempre extrañándote.


Cuando me dijeron que Rodo se iba a morir, mi primer pensamiento fue "no existe esa posibilidad".
Salí a la calle, ¿qué más podía hacer? Salí a la calle y llamé a mi hermana. 
-Amiga, se está muriendo, mi tío se está muriendo.
Bren no entendía nada. Yo tampoco podía explicarle mucho. Después salió mi vieja, me acuerdo que me abrazó un poco. No podía consolarme, no había consuelo. Me dijeron que entre a despedirlo, que no le dijera nada que pudiera ponerlo triste, que no llorara adelante de él. Me dijeron que me despida de la persona más importante de mi vida sin soltar una lágrima. No sé cómo lo hice, pero lo logré, hasta le hice algún chiste bobo. 
Cuando escapé de esa sala pensando que esa era nuestra última charla, mi vieja doblaba su pantalón, y una púa de Soul to soul escapó de uno de los bolsillos. En ese momento sí que explotamos, tanto ella como yo. Conservé esa púa en mi mano durante días. No la soltaba nunca, ni en el colegio, ni en el gimnasio, ni para dormir. Era como ir con él a todas partes. Ese día pasé más de doce horas en el hospital. Mientras lo operaban, salí con mi vieja a fumar un cigarrillo, después entramos y comimos algo en el bar, después me dediqué simplemente a patear un cordón amarillo con furia y a morder las mangas de aquel buzo blanco que después tuve que tirar, por engualichado. Ese fue mi cuatro de agosto hace dos años.
Y hoy se despierta al mismo sol que yo, y ese es suficiente privilegio para mí. Sé que aprendí. Sé que nadie va a poder sacar de mi el olor del hospital, el ruido que hacían mis zapatillas grises al pisar en esos pasillos largos, casi corriendo. Pero ese olor en mi nariz, ese ruido en mis oídos, los colores del 148 en mis retinas, todo es aprendizaje en mi. Él es aprendizaje en mí.