9.10.13

Mamá.

Un día perdí una batalla y quise regresar sólo a besarla. 
Mamá ahí, me subió a mi cuarto cinco servilletas, dijo que una reina no podía llorar tanto como para que esas no basten. Sólo me permitió cinco, pero creo que usé tres o cuatro. Yo había puesto música, las luces apagadas, en la cama tapada hasta la cabeza, como cada vez que me pinta esa sensación de que ya no puedo más. 
¡Y mamá hace todo tan sencillo! Prende la luz, cambia el tema, me pega unos sopapos cariñosos y me tira un "dale boluda no llorés". Con mamá ahí todo es más fácil.
La única, la imprescindible, la eterna.