18.10.13

Tengo que empezar a separar los tantos. Si necesitaba una última gota que rebalse el vaso, ésta fue. 
Es sábado, son alrededor de las 3 de la mañana, y yo estoy un poco borracha. Y triste, muy.
Con los ojos empañados quiero empezar a entender este rompecabezas en el que me metí, que logró su objetivo: me quebró el marulo. Yo no te importo. ¿Duele? Sí, hasta el último centímetro de mi piel. Todo duele en mí ahora. Duele, sí. Pero es real, está acá, es tangible. Estás enamorado de otra persona, aunque nunca en la vida vas a admitírmelo, ni a mí ni a vos mismo. Y yo no te importo. 
Y ahí es cuando se abren mis dos caminos, mis dos opciones. Puedo tirarme en la cama y dejar todo: el trabajo, la facultad, mis amigos. Puedo llorar hasta el cansancio, adelgazar unos kilos, dejar que las ojeras se amotinen y que la familia se preocupe. O puedo seguir con mi vida normalmente, tragarme el dolor, hacerme la pelotuda, que en definitiva es lo que siempre hice.
Pero yo no te importo. Y elija el camino que elija, haga lo que haga, lo más importante en este momento, es empezar a asumir eso, a aceptarlo. Nunca te importé, y no te importo.
Desde lo más profundo de mí te deseo que seas muy feliz y que te la juegues por amor alguna vez, cuando realmente lo sientas. Me hubiese gustado haber sido yo, posta que sí, mucho. Pero ya me saldrá en otro momento, quién te dice!
Fumate 17 cigarrillos si hace falta, Lulú, y guardá para mañana la mejor sonrisa, que quizás la necesites. Agacho la cabeza y que siga la fiesta en el mundo real.