30.10.14

El bar. El viejo bar de siempre, los mismos vasos, el mismo rock en plenitud.
Entro y salgo encendiendo y apagando cigarrillos. Cuánta gente que no sabe ni dónde está parada.
Eso pienso, los miro y pienso (como si yo tuviera idea de dónde estoy, no?)
Retrocedo un par de pasos, quizás si los veo de lejos veo algo más. Pero no, siguen ahí parados, se besan, se tocan, toman más, un poco más, y después otro poco. 
Ansias. Siempre algo en las manos, o en la boca. Un cigarrillo, alcohol, comida, siempre tienen algo, no pueden parar de.
Me siento ajena. Eso pienso, los miro y pienso. Me siento sapo de otro pozo.
Caminan como si tuvieran a dónde ir (como si yo tuviera a dónde ir, no?)
Pero ellos van y vienen apurados, se chocan, no se miran, no se piden perdón. Se besan pero no se besan. Se tocan pero no se tocan. Ya ni siquiera sé si sienten (como si supiera si yo misma siento, no?)
Están apurados. No saben el por qué, pero lo están. 
Parecen cansados. Eso pienso, los miro y pienso. Pero yo también estoy cansada y apurada.