22.8.15

Con un dedito dibuja despacio una sonrisa ahí en mi boca.
Siempre en silencio, siempre apurados, siempre desde afuera para adentro,
inhalando, absorbiendo, succionando porquería capitalina.
¡Y llega ese momento!
El milagro del único y pequeño minuto real 
de felicidad.
Después de eso
después del dedito que dibuja la sonrisa,
después de un beso pasajero
y quizás de un round de amor en su cama para dos,
volver a la otra realidad, 
a la de verdad.
Parece globito pinchado.
Parece lunes o un despertar de resaca.
Parece las luces encendidas a las seis de la mañana en el bar, viste,
la hora de volver a casa.