Todavía no abrí los ojos, pero ya me escucho respirar.
¿Girará también mi habitación o sólo gira mi cabeza, aún a oscuras?
Abro los ojos y confirmo: también gira mi habitación.
No, esperá. Ni siquiera es mi habitación. Otra vez no sé dónde estoy.
(No calentás la misma cama por dos noches, me reclamaba y no lo quise oír),
me canto para adentro porque no tengo voz.
Me peleo conmigo y después me reconcilio,
hago todo en segundos, rapidito porque tengo que irme,
tengo que escaparme nosédedónde y noséadónde,
pero tengo que escaparme.
Me visto apurada y me voy otra vez.
Me despido con un beso desinteresado porque el desinterés me reina en ese instante.
Y me tomo el colectivo, pensando que la familia me espera a almorzar.