No puedo estudiar. Tengo la cabeza en otro lado. No se puede pretender obligar un pensamiento. Nefasto. Aterrador.
Entre el nuevo cd de las Pastillas, el balotaje mafioso-mafioso, el domingo a las 6 los tres partidos como para procurar que si o si tenga un paro cardíaco en la cancha, la oficina que me consume las neuronas. Entre la vida misma, que siempre va y nunca te deja parar un ratito, mi mente se enloquece por vos segundo a segundo.
El amor genuino, ¿es el que nunca cae? ¿O el que cae y sabe levantarse? Si vos eras el que iba a ocuparse de reconstruir mi alma y en vez de eso la rompiste en mil pedacitos que todavía no termino de encontrar, ¿cómo confío en que ahora sí vas a arreglarme? ¿Cómo vuelvo a dar todo lo que soy, que no es mucho pero es lo que hay? ¿Cómo se emprende un nuevo camino desde la decepción, la angustia, el corazón partido, el miedo? ¿Cómo vuelvo a saltar a colgarme en tu espalda para que me lleves unos pasos con los ojos cerrados por confiar plenamente en que nunca me vas a dejar dármela contra el piso?¿Cómo recupero lo que siento que perdí?
Me invado a preguntas hasta que volvés y me sonreís y me abrazás. Te juro que me das tanta paz que me parece mentira haber estado llorando unos minutos antes. Y me convenzo. Se que si no te tengo cerca respiro distinto, que todo me cuesta más.
Maldito demente, te quiero tanto que va a explotarme el corazón.
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