Tuve una ilusión pasajera, de algunos meses.
Quería un amor de zapatillas, de mate, de pasto y de marihuana.
Un amor que se emborrachara cada tanto en un bar y que tuviera que salir abrazado para no tambalear.
Quería un amor de cigarrillo y risas, de juegos de play y de partidos de fútbol. Un amor de papas fritas y fernet. De colectivos, de veredas, de Barracas, de esquinas, de meriendas y desayunos.
Quería un amor que hiciera el amor todo el tiempo en todos lados, un amor de esos inconfundibles, que cuando lo ves decís: esto está bien, esto tiene un aire a la felicidad.
Quería un amor fiel hasta los huesos, con todo lo que creo que implica la fidelidad. Quería un amor leal, auténtico y genuino, que respetara el "hoy quiero estar sola" y se animara con el "hoy quiero verte". Quería un amor de películas y helado en la cama, de aire acondicionado en verano, de short y remera, de cara lavada y despeinado.
Quise. Quise alguna vez, en algún momento de mí, un amor parecido a la confianza y a la alegría, un amor simple, sencillo y sin complicaciones. Pero lo simple se destruye siempre. Me alegra saber que quise. Me ilusioné y fracasé: perfecto. Estoy viva. Eso es todo.
Vivir más no es cuestión de tiempo. Es cuestión de vivir más, y hacerse cargo. (dlgp)
