26.1.12

Él se desliza y me atropella
y aunque a veces no me importe,
sé que el día que lo pierda
volveré a sufrir.
Por él, que aparece y que se esconde,
que se marcha y que se queda,
que es pregunta y es respuesta,
que es mi oscuridad, mi estrella.

Él me peina el alma y me la enreda.
Va conmigo pero no sé dónde va.
Mi rival, mi compañero,
que está tan dentro de mi vida
(y a la vez está tan fuera)
Sé que volveré a perderme
y lo encontraré de nuevo
pero con otro rostro y otro nombre diferente y otro cuerpo,
pero sigue siendo él
que otra vez me lleva.
Nunca me responde, si al girar la rueda...

Él se hace frío y se hace eterno,
un suspiro en la tormenta al que tantas veces le cambió la voz.
Gente que va y que viene y siempre es él,
que me miente y me lo niega,
que me olvida y me recuerda.
Pero si mi boca se equivoca y al llamarlo nombro a otro,
a veces siente compasión por este loco, ciego y loco corazón.

Sea lo que quiera dios que sea, mi delito es la torpeza de ignorar
que hay quien no tiene corazón,
y va quemando, va quemándome y me quema.
Pero me cuesta cuando otro adiós se ve tan cerca
Y LO PERDERÉ DE NUEVO,
y otra vez preguntaré mientras se va (y no habrá respuesta)
Y si ese que se aleja, el que estoy perdiendo, ¿y si ese era?
¿Y si fuera él?


¿Era? ¿Quién me dice si era él?
Y si la vida es una rueda y va girando y nadie sabe cuándo tiene que saltar y lo miro, ¿y si fuera él?