21.5.13

Intenté mudarme a tu cuerpo en ese beso, no sé, transferirte todo boca a boca, quedar vacía, irme de mi y acampar en vos, adentro tuyo. 
Despegaste tus labios de los míos, separaste tus manos de las mías, y tuve la amarga sensación de domingo a las 8 de la mañana, cuando el bar empieza a cerrar y hay que tomar el bondi para volver a Barracas. Esa sensación que me dejás cada vez que me recordás que ya te tenés que ir, que te esperan. 
Pero aquel, ese beso, ese fue distinto. Fue como si mi alma lograra (por fin) esconderse en tus comisuras y hubiese encontrado abrigo.
Y entendí. No quería ya encontrar mi hogar adentro tuyo. Mi casa era cada uno de esos besos. 
Y acá en Barracas duermo y como, nada más.
Cuánto daría ahora por volver a casa.