18.1.14

A veces, algunas veces, me sigue dando inevitablemente por llorar.
¡Es que tengo tanto miedo!
Las inseguridades triplican las dos o tres cositas que tengo claras en mi vida.
Y después me pregunto a mí qué pasaría si no me alcanzara el tiempo de extrañarlo lo suficiente.
El problema, el real problema, es que cada vez que él se va de mi vida, yo siento que me muero.
Entonces, nótese, el problema es Sentir que me muero, porque al final, en realidad no lo hago. No me muero.
Muero un ratito, un domingo, pero renazco al toque. Lloro, me descargo, me puteo mucho y después se pasa. Después vuelvo. La pregunta sería si es miedo a que se muera mi cuerpo o mi alma. Porque en ese punto, es acertado decir que sin él yo no sé vivir. (Y cómo no me va a dar miedo eso, ¿no?)