23.8.14

Calor en un pleno invierno que planea a mis espaldas devorarme tarde o temprano, que me va a terminar matando, sin la tibieza de una cama para dos, de una noche entera para dos. 
La soledad se instala en el pecho y te va comiendo por dentro. De repente tomás mate solo, fumás solo, comés solo. Y ahí te empieza a caer la ficha. 
Hasta que un beso pasajero te recuerda que a veces estar solo es mejor, porque al cielo no se llega nunca de a dos.