20.11.15

Introspectivamente yo

De Escalada a Barracas


Voy a concentrarme en mirar por la ventana. Mis compañeros de vagón no tienen que darse cuenta de que lloro.
Es que acabo de preguntarme qué me dejaría más vacía en la vida y eso sería dejar de hacer este viaje. Dejar de venir. Dejar de. 
En terapia repasé que me choca que la gente tenga anécdotas espectaculares y pensar: "seguro en ese momento yo estaba leyendo". Porque siento que estoy resaltando un apunte hace tres años. Y durante tres años me hizo feliz pero...ahora? 
Compromisos a largo plazo. Felicidades inexistentes. ¿Siempre va a hacerte feliz lo mismo, la misma persona, la misma actividad? ¿Si? ¿Con el correr de los años?
Siempre me costó pensar a futuro. Siempre me costaron los compromisos. A los 16, 17, me decían de arreglar salidas para el finde y siempre decía que "falta mucho, vemos". Desde chiquita comunicándome como el orto con los demás. Ahora también me comunico como el orto conmigo misma (y encima lo espejo y te digo que sos vos, perdón).
No voy a mirarlos a la cara, creo que las lágrimas ya me caen enteras, gotas completas y pesadas, sin poder pararlas, sin querer hacerlo, no hay voluntad en el dolor. 
Pienso en el vacío que me quedaría, en el agujero negro en el centro del alma, en todo lo que me llena, todo lo que me da, en lo que me hace sentir viva, en cómo me levantó de la cama en mis peores días, en cómo me dio ganas de ser, ganas de ir para adelante. En cómo me lleva de los pelos de acá para allá y me hace salir a la calle y a la vida. Me hace vivir.
No, no puedo dejar.