Cuando me di cuenta de que puedo pasar horas buscando en Facebook al chico que me gustó en la fiesta de ayer o mirando la cajita de pastillas mágicas o pensando en qué estarás haciendo ahora, epifanía: la vida no es corta, mentira. La vida es larga, pero se pasa rápido. Y ya fue viejo, ya fue todo.
Creo. Flasheo. Tengo una utopía en la que todo está bien. Es así:
Yo ya estoy recuperada. Ya no me quiero morir. Estoy contenta en una playa divina. Arena blanca y oceáno turquesa. Ya no tomo ningún medicamento y mi mamá está tranquila y orgullosa de mí. Tengo puesto un vestidito liviano y de colores, hace calor. En la mano tengo, quizás, un rico trago frutal, ya puedo tomar alcohol otra vez. Tengo un álbum repleto de fotos de las personas que pasaron por mi vida. Y sonrío al ver a todas y cada una de ellas. Porque estoy reconciliada conmigo y con mi pasado. Porque tengo ganas de vivir el futuro. Y de vivirlo sin ataduras. Porque tengo esperanza de nuevo, porque volvieron mis ganas de ser. Me recibí, tal vez, y conseguí un trabajo acorde a mí, lindo, apasionante. Estoy muy sola ahí. Pero en paz. Es una paz tan inmensa, tan sana, tan genuina, tan profunda, tan. No parece real pero lo es. Y de repente me doy cuenta de que para estar ahí...también tuve que pasar esta tarde de 24 de diciembre en mi cama llorando y creyendo que no aguanto más.
Pero aguanto. Ese día, de la playa, esa tarde en vestidito me voy a decir, sonriendo "viste? aguantabas". Y la vida va a seguir.
Hoy me voy a poner un vestidito rosa.
https://www.youtube.com/watch?v=4Vq7SuiqyUg
