4.3.16

a por ello

El regreso de camino a casa.
Te fuiste. Una mañana nadie se dio cuenta, pero vos te despertaste con los ojos cargados y con el pecho hueco. Te fuiste yendo de a poquito, te sumergiste, te tragó la tierra mientras tirabas manotazos que no servían para nada. 
Un día te diste cuenta de que no te querías morir. De que todavía querías estudiar, trabajar, juntarte con tus amigos, algún día viajar, tener un gato. Te querías quedar. Y peleaste. Y ahora volvés. Y mamá y Diego esperaban ahí, con los brazos bien abiertos. 
Ahora el alma se vuelve a ubicar más o menos en donde estaba. La vida se va reacomodando, no sin un esfuerzo extraordinario. 
Pero vas volviendo a casa.