9.11.16

En un tiro me preguntaron quién soy. Y me dieron ganas de poder responder a eso alguna vez. 
Con palabras claras, ser concreta: mirá, soy esto. 
Es que en definitiva, soy lo que podés ver si me mirás.
Lo que no aprendí en el colegio, me lo enseñó Barracas. Mi vieja me dio la vida. Y mi hermano me enseñó a vivirla. 
Mis viejos tuvieron dos hijos, pero yo tengo dos hermanos y no tengo papá.
Crecí chocando con todo y con todos: nunca fui igual. Por eso siempre reboté de acá para allá, porque siempre fui energía y energía soy hoy.
Enamorarme me llevó al cielo en segundos. 
Enamorarme me dolió tanto a veces
que no pude respirar. 
El cuerpo tembló, el mundo tembló, y no había nadie para pedir que me despierten cuando pase el temblor.
La gente se calló, los amigos se alejaron, los verdaderos amigos se quedaron. 
Soy la caminata por el barrio cuando vuelvo de la Boca. La que hace paradas técnicas, porque siempre se cruza a algún que otro conocido. 
Lo extraordinario me resbala y amo las pequeñeces: desde mi ventana se ve la luna. Mamá, desde mi nueva ventana se ve la luna. Mirá, mi gata se quedó dormida otra vez en esa posición tan graciosa. Otra vez me divierte lo mismo que ayer. 
Otra vez yo, yo en el espejo, ¿por qué tan zurda? ¿Por qué tan bostera? ¿Por qué tan rebuscada y sencilla? 
Soy la birra del martes porque el bar siempre está ahí y el amor es así. Soy la birra del desamor también, porque todo se festeja si están los pibes cerca. 
Soy la birra del momento, el cigarrillo del después. El mate en la mochila, la mochila de Callejeros, Callejeros en la piel, la piel que encierra al alma que se va a tomar el tren. 
El tren a Escalada, soy las ganas de ser.