Me voy a ir bien:
con la cabeza en alto,
como lo merece el jugador que se va
del terreno de juego
sabiendo que dejó todo en el mismo.
Me retiro con la dignidad efervescente,
la que brilla, la que quema,
la de mi sonrisa en el espejo del cuarto de paso
mientras te escuchaba mentirme
desde el cuarto de al lado.
Mirá si me habrá sobrado tiempo de irme!
Que me senté a esperar a que me eches vos.
Eso también me enorgullece:
fue disfrutar hasta el último segundo,
aún intuyendo el final.