11.11.17

LOS TIEMPOS DE NO DORMIR


Me subo al colectivo y saludo al chofer. De tanto saludarlo siempre, ya nos saludamos con un beso, e intercambiamos algunas palabras sobre si está bueno que sea viernes o que qué cagada que sea lunes, él me gasta si perdió Boca, y yo lo gasto si perdió River. Pero cuando le pregunté cómo andaba (viste esas preguntas que hacés así nomás por inercia casi como cuando a otro chofer le decís "hasta Patricios y Pinzon"), tardó en responder. Tardó un segundo más de lo que tarda cualquier respuesta automática normal. Tardó porque no coordinaba nada, porque tenía sueño. Entonces me contó que no durmió de los nervios, porque tenía que renovar el registro y le hacían muchas preguntas e incluso un análisis psicológico. Tenía miedo de no pasar, de eso depende su laburo. Al final pasó. Le dije que ya está, que se quede tranquilo, que esa noche durmiera bien, y que el psicólogo se lo pague la empresa por fumarse todo el día a los boludos que manejan como el culo, y que por eso a mí no me gusta manejar. Le sonreí, y seguí camino. A las pocas cuadras me senté. Pensaba en esos eternos trámites burocráticos de este bendito maldito sistema, que siempre amenazan con desarmarnos todos los planes. Pensaba en el sistema que no nos deja dormir.
Y ahí lo vi. Estacionado con las balizas sobre Patricios, el conductor de un taxi durmiendo adentro de su vehículo profundamente, como si no hubiera aguantado más, de repente, y se hubiera tenido que dormir obligado. "Seguro él tampoco durmió a la noche", pienso, e imagino las causas de sus nervios. Y reparo en las de los míos. Y en todas mis últimas noches de no dormir por ellos. Y en el sistema que se empeña en generarnos miedos y nervios que no nos dejen dormir. Para que al otro día, siempre, tardemos un poco más en responder.
Pero después me bajo del bondi y empiezo a patear rapidito, porque llego tarde a laburar.