Suena El Kuelgue y se vuela el tiempo,
vuela entre mi pelo y ese olor a cerveza inagotable.
Sumo sueños, los colecciono, frasquitos con frases
de utopías irrealizables (y las que no).
Y ahí estás! Siempre, siempre,
del otro lado de las vías del tren. A lo sumo, en otro andén.
Y corro libre, siempre corro libre,
hasta donde me lleve tu voz.
Te obedecí hasta donde pude, mi geniecito amor,
voy a volver cada vez.
Voy a volver otra vez.
Se ilumina el espejo y veo en mi reflejo
los años, el cansancio, las anécdotas de bar.
El amor más enorme que jamás pude imaginar,
llenándome el pecho, abriéndomelo en dos.